Los Pioneros De Los Campos de Concentración
“Las grandes riquezas se amasan con infamias; las pequeñas, con suciedades.”
―Henry Becque
Para hablar de los campos de concentración, sería inevitable hablar de los guetos a los que han sido sometidos diferentes culturas bajo la bendición de políticos e iglesia, pero hoy me saltare el tema e iré directamente al grano.
Los campos de concentración, o campos de internamiento, son centros de detención o confinamiento donde se encierra a personas por su pertenencia a un colectivo genérico en lugar de por sus actos individuales, sin juicio previo ni garantías judiciales, aunque puede existir una cobertura legal integrada en un sistema de represión política. Se suele emplear campos de concentración para encerrar a opositores políticos, grupos étnicos o religiosos específicos, personas de una determinada orientación sexual, prisioneros de guerra, civiles habitantes de una región en conflicto, u otros colectivos.
El concepto de campo de concentración quedó desde la Solución Final, vinculado de forma exclusiva al régimen Nacional Socialista y más concretamente a su programa de exterminio de las “razas inferiores” europeas. En raras ocasiones se hace mención al concepto de campo de concentración para referirse a otros ejemplos históricos que poco tienen que ver con el régimen nazi y que con todo, se dieron años antes, incluso décadas antes de que los nazis lo utilizaran en toda la Europa central y oriental.
Si bien los nazis y sus secuaces elevaron a nuevas cotas la producción en cadena del asesinato y tecnificaron todo el proceso hasta extremos monstruosos, la idea de deshacerse de “razas inferiores” y “elementos indeseables” en una región conquistada para dar paso a “colonos civilizados”, ya se había dado desde hacía mucho antes.
Ya que siempre al escuchar sobre este tema, por acto reflejo, nos vienen a la mente las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial por el régimen nazi; pero cual equivocados estamos si creemos que estos tipos fueron los primeros en utilizar este modelo de confinamiento de personas; la historia se ha encargado de enmascarar a los inventores y pioneros de este tipo de castigo.
A continuación, daremos tres ejemplos de esta práctica degradante de la condición humana, y expondremos su práctica, datada mucho antes de la horrenda maquinaria nazi:
Los Campos de Concentración Españoles En Cuba
Esto sucede en el año 1895, concretamente en Cuba, durante la Guerra de Independencia. El general Valeriano Weyler, apodado por estadounidenses "Butcher" (en español carnicero)Weyler fue un noble, político y militar español, marqués de Tenerife y duque de Rubí, grande de España, capitán general de Cuba durante la sublevación independentista de José Martí y Máximo Gómez.
El general Valeriano Weyler
El general mandó construir campos de concentración para los rebeldes cubanos. A este hecho se le dio un nombre más suave. Reconcentración.
La Reconcentración fue un método y una política utilizada por el general Valeriano Weyler para aniquilar el apoyo de la población civil al levantamiento independentista cubano de 1895. Consistía en aglomerar a los campesinos en los suburbios de las ciudades o poblados cercados, con el fin de aislar a los insurrectos de su medio natural evitando que pudieran recibir ayudas. Su eficacia militar fue muy dudosa, pues durante la época en que se aplicó, los rebeldes cubanos, conocidos como mambises, dominaban la mayor parte de los campos de la Isla. La mortandad causada por la Reconcentración parece llegar hasta la tercera parte de la población rural de Cuba.
El primer bando de Reconcentración fue promulgado el 16 de Febrero de 1896. Su texto era el siguiente:
Valeriano \"Butcher" Weyler escribió:
“1. Todos los habitantes de las zonas rurales o de las áreas exteriores a la línea de ciudades fortificadas, serán concentrados dentro de las ciudades ocupadas por las tropas en el plazo de ocho días. Todo aquel que desobedezca esta orden o que sea encontrado fuera de las zonas prescritas, será considerado rebelde y juzgado como tal.
2. Queda absolutamente prohibido, sin permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras, por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los rebeldes.
3. Se ordena a los propietarios de cabezas de ganado que las conduzcan a las ciudades o sus alrededores, donde pueden recibir la protección adecuada.”
En algunas ciudades, guardadas por fuerzas españolas más numerosas, los reconcentrados fueron obligados a trabajar en la agricultura para alimentarse a sí mismos. Al inicio de la Reconcentración, las condiciones sanitarias eran relativamente aceptables en los accesos de las ciudades. No sucedía así en los poblados menores, a donde los alimentos y medicinas llegaban en mucha menor cantidad. Con la masividad de la reconcentración, familias enteras de campesinos eran hacinadas en barracones, refugios improvisados, almacenes abandonados, carentes de las mínimas condiciones de limpieza y sanidad. Aunque en un inicio se mandaron hacer letrinas y excusados para las necesidades de los reconcentrados, muy pronto esa organización de sanidad fue abandonada, a lo cual contribuyó el escaso interés del propio Weyler por la suerte del campesinado cubano.
Los “mambises”; ejercito (guerrilla) libertador de Cuba
Los españoles pudientes se mantenían fieles a España y en contra de la revolución de los cubanos, pero no fueron pocos los hispanos humildes que se mantuvieron al margen de todo e incluso algunos, a la vista de los desmanes de la soldadesca contra pequeños poblados, llegaron a pasarse al Ejército Libertador. La población blanca criolla o cubana oscilaba entre uno y otro bando de la contienda, según sus intereses económicos. La reducida clase media criolla intentaba abrazar el Reformismo y el Autonomismo, ya sobrepasados por la mayoría del pueblo, que ansiaba la independencia absoluta. La porción negra y mulata de la población estaba por la independencia de manera casi unánime. Sin embargo, la Reconcentración hizo la mayoría de sus víctimas en la población campesina pobre, mayormente blanca o mestiza, muchos de los cuales intentaron mantenerse neutrales, lo que se convirtió en un error fatal para muchos de ellos.
Como dato anecdótico y terrorífico, podríamos citar que en esta guerra estuvo el célebre Winston Churchill; que estuvo en Cuba entre noviembre y diciembre de 1895, como corresponsal de guerra y observador militar británico; adscrito a las tropas españolas que combatían a los mambises. Jamás elevó su voz para denunciar los desmanes que se cometían contra los cubanos. Escogió a Cuba, según sus propias palabras, porque era “más barato que hacer una cacería de dos meses en Leighton Buzzard”
Winston Churchill en la época que fue a Cuba, luciendo el vistoso uniforme de húsar.
Los Campos de Concentración de la “Conquista del Desierto” (Argentina)
La Conquista del Desierto fue una campaña militar llevada a cabo entre 1878 y 1885 por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos amerindios, principalmente los araucanos y tehuelches, que logró el objetivo de ejercer el efectivo dominio sobre la región pampeana y la Patagonia que la Argentina consideraba parte de su territorio, por haber estado incluidos en los límites del Virreinato del Río de la Plata, perteneciente a la corona de España, pero que hasta ese entonces permanecían bajo el control de diversas tribus aborígenes.
Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto” fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos.
A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta, en Río Negro. El colono Galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura; en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos; ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’ (un poco de pan señor)”.
De allí partían los sobrevivientes hacia el puerto de Buenos Aires en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.
Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.
Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.
Periódico anunciando reparto de “indios o chinas”
Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.
En otro artículo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: “La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”.
Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.
Dice el Padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia”.
“Civilizados” mofándose de un indigena
Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional.
La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares” del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.
Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en el estercolero del hospital– rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”.
Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.
Cacería de aborígenes en la Patagonia Argentina
Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia, que llevaba el nombre en tehuelche de “el ojo de Dios”, fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado “Descanso del horizonte” pasó a llamarse “Monseñor Fagnano”, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz”
Los Campos de Concentración Británicos
En la Guerra de los Boers (más concretamente durante la Segunda Guerra Boer) que enfrentó al Imperio Británico contra los colonos holandeses (boers) que se habían establecido siglos atrás en el sur de África.
Durante la guerra de los Boers, muchos civiles holandeses huyeron de las zonas rurales después de que los soldados británicos ejecutaran una política de tierra quemada consistente en la destrucción de granjas boers (quema de viviendas, matanza del ganado, envenenamiento de pozos, etc) que evitara cualquier tipo de ayuda que estas pudieran ofrecer a los guerrilleros Boers. Frederick Roberts, mariscal de campo británico y uno de los mayores estrategas de la época Victoriana, creo una serie de campos donde para dar cobijo a los civiles boers desplazados por la guerra.
Horatio Herbert Kitchener
Una vez que Horatio Herbert Kitchener se hizo con el control de los campos, organizó estos en el primer sistema organizado de campos de concentración de la Historia. Se estima que no menos de 20 mil mujeres, niños y hombres bóers, civiles todos ellos murieron de hambre y de falta de atención entre los años 1900 y el final de BoerConcentrationCampVanZylLizziela guerra dos años después. Tampoco nos podemos olvidar los no menos de 10.000 africanos que murieron también en los campos. Kitchener, que había obtenido una gran popularidad en Gran Bretaña tras una carrera militar llena de éxitos imperiales, vio esta vez como las críticas se generalizaron no sólo en Sudáfrica (como sería normal), sino también en Gran Bretaña, el resto de Europa.
Emily Hobhouse fue una de las activistas británicas que más visibilizó esta política exterior consiguiendo llamar la atención de la opinión pública británica como delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Sudafricanos Damnificados. Tras visitar algunos campos del Estado Libre de Orange, Emily recopiló información sobre los problemas que padecían los internos y a su vuelta al Reino Unido publicó todos los datos en un informe.
Campo de "vacaciones" Boer en Krugersdrop, Sudáfrica, por obra y gracia del Imperio Británico.
Los "peligrosos" prisioneros del campo: mujeres y niños Boer.
La niña Lizzie Van Zyl, agonizante en el campo de concentración de Bloemfontein. Su culpa: ser hija de un rebelde Boer y no saber inglés (los ingleses que la custodiaban alegaban no saber de qué se quejaba porque no la entendían). Caso ampliamente documentado por Emily Hobhouse.
Fuentes Principales:
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/republica_liberal/los_campos_de_concentracion_de_la_conquista_del_desierto.php
http://librinsula.bnjm.cu/1-205/2005/septiembre/88/pasado/pasado116.htm
http://ww2diario.blogspot.com/2009/10/los-campos-de-concentracion-britanicos.html
Como cambia todo, yo que no sabía de estas barbaridades y solo me había informado de los campos nazis, ahora resulta que cambia todo porque si bien es cierto que todo es cruel, me temo que no ha sido un loco en el mundo, sino que el mundo a veces se vuelve loco.
ResponderEliminarIncalificables sucesos .
Estupendo artículo.
Personalmente pienso que esto de acercarnos mas a ese legado que tenemos encima como raza humana, y el no "taparlo" o negarlo, de pronto nos dará las bases para un verdadero cambio... Un Saludo!
Eliminar